sábado, 9 de julio de 2016

4 días en el Pirineo. Diario de viaje.


Aprovechando las fiestas de las Hogueras de San Juan en Alicante, nos hemos escapado unos días para cambiar los aires de la playa por los de la montaña.  Ya estaba necesitando ver paisajes verdes, ríos, cascadas, prados y agua, mucha agua.

En esta ocasión, viajamos acompañados de unos amigos y nos hemos sentido, un poquito,  anfitriones del lugar, después de haber estado repitiendo este destino durante más de once años consecutivos.

Alquilamos en Casa Asín,  en Oto, un pueblecito desde donde se hacen muy cómodos los desplazamientos por la zona y las pequeñas marchas que íbamos a realizar. La misma tarde de nuestra llegada salimos paseando hasta Broto, el pueblo de al lado, y visitamos la cascada de Sorrosal,  como aperitivo de los siguientes saltos de agua que veríamos durante nuestra estancia en el Pirineo. Después de dar una vuelta por el pueblo, sin más demora, cenamos en La Tea, una pizzería donde se come de fábula. La vuelta a la casa fue espectacular, caminando de noche mientras contemplábamos todo el cielo lleno de estrellas.

Para el día siguiente les teníamos preparado un paseíto-marcha precioso en el valle de Bujaruelo: comenzamos a andar desde el Puente de los Navarros siguiendo el curso del rio hasta llegar al refugio de San Nicolás. Aquí comimos unas ricas judías en puchero de barro, migas con huevo y chorizo y un buen chuletón para compartir.
Por la tarde, nos acercamos a Torla, un pueblo de arquitectura preciosa, típica del Pirineo aragonés: muros de piedra, tejados de  pizarra y ventanas llenas de flores. Paseamos y entramos a curiosear en las tiendas de “souvenirs” y terminamos tomando una copa de vino en la terraza de “La Cocinilla” con  buena compañía y con unas vistas espectaculares mientras terminábamos el crucigrama del periódico.


El tercer día tomamos dirección a Jaca. Primero paramos a ver la  Iglesia románica de Santa Cruz de la Serós, paramos a comprar un detalle de cerámica típica jaquense,  y a continuación visitamos el espectacular Monasterio Viejo de San Juan de la Peña, joya medieval de los siglos XI al XII.  Gracias a las sencillas explicaciones de la guía local, pudimos entender parte de la Historia del Monasterio y de la Historia de Aragón.  He de reconocer que  este lugar me tiene cautivada,  desde que siendo una niña, lo visité por primera vez con mis padres.
San Juan de la Peña

 
Proseguimos  nuestro camino hacia Jaca. Tomamos el aperitivo en una terracita frente a la Catedral  y junto a unos músicos que cantaban y tocaban de maravilla. Después de pasear por sus calles, nos paramos a comer en Restaurante El Portón,  lo encontramos en una  placita al lado de la Torre del Reloj, y es muy recomendable. A la salida, el calor era insoportable, así que decidimos huir hacia el Puerto de Somport, frontera con Francia. De camino paramos unos minutos a ver por fuera la estación de Canfranc. Mientras ascendíamos el puerto, empezó a bajar la temperatura y nos envolvió una niebla tan espesa que no podíamos ver nada a más de cinco metros, de manera que al poco tiempo, nos montamos en el coche dirección a Sabiñanigo. Aquí compramos unas salchichas, chorizos, quesos, pan y bebidas  para la cena. Cuando llegábamos a la casa comenzó a caer una tormenta de verano de la que pudimos disfrutar desde la terraza y bien resguardados. Para terminar la jornada jugamos una divertida partida al Trivial mientras algunos tomaban una copita de Pacharán.

 El último día se lo dedicábamos a la medieval población de  Ainsa, pero antes de pasear por sus calles y visitar su Iglesia,  subimos con el coche hasta las cercanías de Revilla,  nos calzamos las botas y siguiendo un bonito sendero llegamos  hasta los Miradores de Angonés, donde teníamos unas estupendas vistas sobre las Gargantas de Escuaín, y  donde muchos aficionados se acercan a ver el vuelo del quebrantahuesos.

 
Ainsa
Con apetito y ganas de una cerveza  fresquita bajamos hacia Ainsa para comer en el restaurante “El Callizo”. Podría detenerme a contar esta exquisita comida, pero me quedaría corta en palabras a la hora de describir tantos sabores y sensaciones. Nosotros pedimos el  menú degustación “Tierra” que resultó ser una experiencia  sobrenatural, jajajajaja …  Esta fue la guinda de nuestro viaje al Pirineo aragonés.

 
El quinto día tocaba viajar hacia Alicante, pero por el camino tuvimos la suerte de parar en Torres-Torres, población valenciana, donde nos hicieron una paella fabulosa y unos trozos de morro fritito que quitaban el “sentio”.
 
Durante estos días lo hemos pasado de maravilla, con un poquito de cultura, preciosas marchas, estupenda gastronomía y por supuesto la mejor compañía. El Pirineo nunca defrauda y espero volver a repetir muchos años más.

3 comentarios:

  1. Han sido unos días increibles. Poder descubrir ese rincón del Pirineo de la mano de dos "guias" de lujo y en buena compañía nos ha dejado tan buen sabor de boca que pensamos repetir. Es uno de los sitios más bonitos que hemos visitado, una combinación perfecta de rutas de naturaleza, cultura y una gastronomía que quita "el sentío".
    En fin....deseando volver

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  2. ¡ QUE ENVIDIA! Y ya me diréis como estáis tan jóvenes tan delgados y, por tanto, dónde hay que firmar. (Mi padre también ha debido firmar en algún sitio pero no me lo quiere decir por más que le pregunto).

    UN BESO ENORME PARA TOD@S

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  3. ¡ QUE ENVIDIA! Y ya me diréis como estáis tan jóvenes tan delgados y, por tanto, dónde hay que firmar. (Mi padre también ha debido firmar en algún sitio pero no me lo quiere decir por más que le pregunto).

    UN BESO ENORME PARA TOD@S

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