¿Algún motivo para
seguir interesado en la política que nos muestran los medios? Si, gracias.
Para algunas personas
no existe ningún motivo que les impulse a seguir la política. A muchos les
aburre tremendamente la monotonía de los discursos de los políticos y la manera
de trasmitir de los periodistas. Sin
embargo, otros buscamos ansiosos, desde
primera hora de la mañana, noticias interesantes que nos iluminen cada día. Y
es que, al final, todos tenemos el derecho de votar en las próximas elecciones
al Congreso y el Senado. Mejor informarse.
Verdaderamente, la
política no representa para todos la misma cosa, pero, básicamente, todos
estamos de acuerdo en que, en Democracia, los políticos son representantes y
servidores de sus electores y que en el ejercicio del cargo público su objetivo
es conseguir el bienestar de la ciudadanía. Por su parte, a los medios de
comunicación les corresponde la importante e imprescindible labor de informar
al público dentro de este complicado engranaje de la vida pública.
Por todo ello, a los
que mantenemos cierto interés por conocer que ocurre en política y
especialmente en periodo de campaña
electoral, nos gustaría despertarnos cada día con noticias rigurosas, con
entrevistas a los candidatos, con debates entre tertulianos o con la opinión a
micrófono abierto de nuestros conciudadanos. Los más osados, si fuera
posible, incluso pretendemos oír de boca
de los candidatos el programa electoral
que nos ofrece cada partido político. Novedades e ideas ilusionantes para
solucionar o paliar los problemas económicos y sociales, planteamientos,
conversaciones y diálogos profundos llevados a cabo por nuestros futuros
representantes. Pero, por desgracia, ni siquiera en plena campaña electoral se
oyen contenidos, propuestas, ideas o soluciones a los problemas reales. Eso sí,
para vergüenza de la moralidad y la ética de la mayoría de españoles, todos los
días nos levantamos con algún nuevo caso de corrupción, malversación,
prevaricación, evasión de impuestos, y en definitiva, aprovechamiento económico
del cargo que ocupan nuestros ilustres representantes políticos. Parece que de
tanto hablar de estos tremendos delitos, el soniquete diario que al principio
generaba alarma, ha pasado a convertirse en un mantra aburrido que, poco a
poco, va perdiendo interés para los oyentes y lectores de las noticias.
Y es que la política se
ha convertido en un GRAN HERMANO de lo público. La mayoría de lo que nos llega
a través de la prensa, radio y televisión, carece de seriedad y profundidad. Las noticias que diariamente nos aportan los
periodistas se resuelven en torno a los movimientos de los candidatos como
protagonistas de la escena política
convertidos en actores de una mala serie de TV. Esta información, generalmente
frívola en su contenido y en su forma, suele explicar cuándo y con quien se reúnen los que aspiran a
convertirse en los futuros parlamentarios, su aspecto exterior, sus maneras de vestir, sus gestos, quien le prestará su apoyo, quien le pondrá
la zancadilla, que beneficios electorales van a conseguir para cada partido (sillones en
el Congreso y Senado), que socio les va a aportar más rédito político. Ah!… y
es fundamental hacerse la foto para salir bien guap@ en la portada del día
siguiente. Es decir, toda la actividad pública gira alrededor del personalismo
de unos cuantos dirigentes y la estrategia a seguir para conseguir el mayor
número de ministros y senadores posibles. Ellos no explican las propuestas, ni
qué van a hacer cuando lleguen al poder, ni cómo lo van a hacer, ni de donde se
van a financiar, ni etc., etc., etc. Lo que menos importa es llegar a acuerdos y acercamientos entre las
ideas políticas de las partes que se reúnen, que es para lo que realmente
están.
Mi impresión es que no
les interesa explicar lo que puede beneficiar al electorado. No les importa
solucionar los verdaderos problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad,
porque la política se ha convertido en una profesión cualquiera, en vez de ser
una aspiración de “los mejores” al cargo público para conseguir el bienestar de los ciudadanos. Por su parte, los
medios de comunicación, que en muchos casos se posicionan y comportan como meros portavoces de los respectivos partidos, parece que se retroalimentan de la vida
política y en vez de reclamar verdadera información a los entrevistados y respuestas concretas a los problemas de la
sociedad, se conforman con “marear la perdiz” un día tras otro.
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